martes, 20 de abril de 2010

CIUDAD ENCANTADA











Unos treinta kilómetros separan la Ciudad Encantada con la ciudad de Cuenca. La carretera sigue largo rato entre los altos paredones de la Hoz del Júcar, con maravillosas vistas como las que se contemplan desde la ventana del diablo, desde donde ya se empiezan a dibujar estas formaciones. Aquí la naturaleza parece haber perdido las formas tan monótonas que mantenía en la llanura y conforma un espectáculo que irremediablemente pone en alerta todos los sentidos.
Las formaciones tienen aquí nombres propios que hacen referencia a su aspecto, más o menos reconocible: el Mar de Piedra, el Perro, la Ballena, el Puente… son algunos de ellos. Este fenómeno es debido a la disolución de las calizas que se formaron como sedimento de un mar secundario, hoy desaparecido, del que emergieron hace millones de años al levantarse todo el Sistema Ibérico.

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